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miércoles, 8 de febrero de 2023

Por donde arrancar... no?

Estoy tratando de retomar esta idea de hace mas de 20 años... Pero aun no se por donde. Solo se que tengo la idea... Veremos que pasa en estos dias ALGO se me va a ocurrir, o me quedare con la intriga. Besis!

lunes, 26 de abril de 2010

Reflexion de un Domingo



Usualmente decimos que no reconocemos lo bueno hasta que dejamos de tenerlo... Estoy empezando a creer muy seriamente, que llegué a un punto donde estoy empezando a reconocer las buenas cosas antes de perderlas.

Ojala esto no sea una ilusion, ojala esto no sea un sueño, y de ser asi no quiero despertar.

Me pregunto si la definicion del nirvana no hace referencia precisamente a ese tipo de trascendencia. El poder reconocer lo bien que te hace hablar con alguien, el poder reconocer a las personas que te quieren, y disfrutar de cada momento que puedas pasar con ella, en un estado completo de pelotudismo sano, y placentero.

A cada momento, uno se pregunta el sentido de la vida (con mayor o menor seriedad) o preguntas tan trilladas (si, incluso mas que el sentido de la vida) como "porque me pasa esto a mi?" o "porque llegué hasta aca?" "y ahora que?". Puedo dar fe que me esforcé para llegar a donde estoy. Y puedo dar fe que la mayoria de las veces no lo hice bien... Pero me enorgullezco actualmente del lugar que alcancé. De reconocer mis errores, y de trabajar para intentar solucionarlos con todas mis fuerzas.

Ahora, si llegamos a un punto de trascendencia, nirvana, o como quieran llamarlo. Replanteemos seriamente "que sigue?"

Deberia conformarme con lo que tengo? No.. Se que puedo ir por mas, y no de manera codiciosa, sino en una busqueda de la perfeccion en la felicidad. No busco ser millonario, no busco ser famoso, no busco ser siquiera el mejor en algo... Solo busco ser una buena persona, que pueda ayudar a otros, y no que deba recibir ayuda constante de otros.

"You make this all go away" decia Trent Reznor, y cada dia lo entiendo mas--- Por Dios que ahora entiendo.

Debo agradecer que este fin de semana, fue uno de alegria, de tristeza, de reflexion, de catarsis, de descargos, de placer, de sonrisas y lagrimas. De no ser por este fin de semana, no se cuanto hubiera demorado en comprender ahora ciertas cosas.



Por momentos me pregunto como seguirá ésta historia, y solo se lo que NO quiero que pase. Aunque incluso suene egoista, no quiero perderte. Quiero que estés siempre conmigo. Y quiero que formemos esto que tanto soñamos, con el sudor de nuestras frentes. El resto? El como? El cuando? Es algo que puedo dejar a la vida que me sorprenda... E incluso puedo dejar que mi curiosidad se aplaque, durante los momentos que disfruto el solo hecho de poder respirar a tu lado. Y por sobretodo... verte sonreir. GRACIAS por cada una de tus sonrisas.

======== O ========


Tio, me habia olvidado de lo bueno que era para mi escucharte... Y tenerte como un ejemplo de mi vida.
Tia, muchisimas veces me hubiera gustado que fueras mi mamá y no la que me tocó en suerte.
Laucha, me habia olvidado cuanto reia, y cuando disfrutaba nuestros delirios...
Maggie, sos una de las personas que mas disfruto ver sonreir...

======== O ========


"You always were the one to show me how, back then I couldn't do the things that I can do now"

Que seria de mi en este momento de no haberte conocido? La respuesta es simple; Simplemente no estaria. No seria. No podria.

GRACIAS

======== O ========


"you and me
we're in this together now
none of them can stop us now
we will make it through somehow
you and me
if the world should break in two
until the very end of me
until the very end of you"

"all that we were is gone we have to hold on
when all our hope is gone we have to hold on
all that we were is gone but we can hold on"

"you and me
we're in this together now
none of them can stop us now
we will make it through somehow
you and me
even after everything
you're the queen and I'm the king
nothing else means anything"



======== O ========


Saludos
Leonel - AzoG v5.0

jueves, 22 de abril de 2010

But Then Again

Es necesario ser creyente de alguna religion para poder tener las fuerzas internas (o espirituales) de hacer o decir, determinadas cosas?

Durante mucho tiempo pensé que no...
Durante mucho tiempo me mantuve peleado con "Dios" (o Alá, o Budah, o whatever)...
Hoy por hoy no se que sería lo correcto...

Ésta tarde estuve sentado frente a 4 personas, con las cuales hace dias que quiero hablar de un tema en particular... No muy importante, pero tampoco poco importante. No crucial, pero tampoco anecdotico. El hecho es que durante estos dias quise hablar con ellos por SEPARADO. Y hoy tuve la oportunidad de hablar con ellos a la vez, en una charla sola. Sin embargo no tuve el coraje, no pude juntar las fuerzas...

Me respondi a mi mismo que quizas es que no daba el momento, que quizas no daba cambiar de tema tan rotundamente, sobretodo cuando la charla estaba tan jocosa... Que quizas no era lo mejor hablar con todos a la vez, sino con cada uno por separado... "But then again" me cuestiono si no es una excusa... como ya me pasó con la persona que mas amo en este mundo... A la cual por retrasar las cosas, termine diciendole algo tarde las cosas... y por haberme respondido las mismas cosas: "en otro momento", "mas tranquilos", "ahora no da", etc...

Entonces... Porque no lo hice?
Por falta de huevos? No creo
Por falta de coraje? Quizas
Por miedo? Definitivamente...
Miedo a que? No lo se!

"But then again"... Siempre me jacto de "Duna" y su sabiduria... Pero sigo sin tener en cuenta el mayor precepto de dicha historia:

I must not fear.
Fear is the mind-killer.
Fear is the little-death that brings total obliteration.
I will face my fear.
I will permit it to pass over me and through me.
And when it has gone past I will turn the inner eye to see its path.
Where the fear has gone there will be nothing.
Only I will remain


Entonces... retornando al punto inicial. Hace falta creer en un Dios para tomar fuerzas, o rezarle a alguien para poder tomar ciertas iniciativas... Durante mucho tiempo crei que no. Pero hoy por hoy ya no estoy tan seguro.

"El tiempo dirá" (como siempre... y ya comienzo a odiar mucho esta frase)

Saludos
Leonel - AzoG v5.0

miércoles, 21 de abril de 2010

Una Frase

Y que frase!

"Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas."

-Mario Benedetti-

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Saludos
Leonel - AzoG v5.0

martes, 20 de abril de 2010

El Otro

En mi insomnio de esta noche, me puse a leer varias cosas... Entre ellas, terminé (no me pregunten exactamente "como" ya que desconozco) leyendo Borges nuevamente. Es por eso que dejé un poema de su autoría, que me identifica, haciendo gala a su memoria.

De ésta forma, terminé leyendo retasos de su historia, sus libros, y tuve la necesidad de comenzar a buscar informacion sobre uno de sus libros que poseo y cada tanto vuelvo a leer. "El Libro De Arena".

Tuve la primer oportunidad de leer este libro, aproximadamente a los 10 u 11 años, cuando Tata (mi bisabuelo) me dijo: "ya es hora de que leas literatura en serio".

Previo a ésto ya me habia prestado y aconsejado un par de libros muy interesantes para leer en cualquier edad. Un gran ejemplo de esto fue "El Principito" de Saint-Exupéry. Y en algún momento, no recuerdo bien si luego de leer "El Libro De Arena" o antes... me facilitó un libro titulado: "Otros Seres... Otros Mundos" (si la memoria no me falla, cosa que no es de fiar) que era una recopilación (desconozco quien habia hecho el trabajo) de cuentos de Tolstoi, entre otros.

Sin irme por las ramas, retomo el tema principal...
Uno de los cuentos de Borges en dicho libro, se titula "El Otro". En donde se trata una historia ficticia, que incluye a dos veces el mismo personaje. Jorge Luis Borges interpreta el rol de su juventud, y su vejez, en la misma escena. Uno dice estar sentado a orillas del río Charles en 1969 (el anciano) y otro dice estar junto al Rodano en Ginébra en 1918 (su alter-ego adolescente).

"Durante el diálogo que mantienen, el joven hace alusión a "El doble", de Dostoievski. El joven, escéptico, se pregunta cómo es posible que el otro no recordara ese encuentro. A raíz de un dato inexacto que el primero proporciona, Borges anciano concluye que se trata de un episodio real para él, pero un sueño para el más joven." Cito a Wikipedia.

A continuacion dejo la transcripcion del cuento:

El Otro - Por Jorge Luis Borges:
El hecho ocurrió el mes de febrero de 1969, al norte de Boston, en Cambridge. No lo escribí inmediatamente porque mi primer propósito fue olvidarlo, para no perder la razón. Ahora, en 1972, pienso que si lo escribo, los otros lo leerán como un cuento y, con los años, lo será tal vez para mí. Sé que fue casi atroz mientras duró y más aún durante las desveladas noches que lo siguieron. Ello no significa que su relato pueda conmover a un tercero.
Serían las diez de la mañana. Yo estaba recostado en un banco, frente al río Charles. A unos quinientos metros a mi derecha había un alto edificio, cuyo nombre no supe nunca. El agua gris acarreaba largos trozos de hielo. Inevitablemente, el río hizo que yo pensara en el tiempo. La milenaria imagen de Heráclito. Yo había dormido bien, mi clase de la tarde anterior había logrado, creo, interesar a los alumnos. No había un alma a la vista.
Sentí de golpe la impresión (que según los psicólogos corresponde a los estados de fatiga) de haber vivido ya aquel momento. En la otra punta de mi banco alguien se había sentado. Yo hubiera preferido estar solo, pero no quise levantarme en seguida, para no mostrarme incivil. El otro se había puesto a silbar. Fue entonces cuando ocurrió la primera de las muchas zozobras de esa mañana. Lo que silbaba, lo que trataba de silbar (nunca he sido muy entonado), era el estilo criollo de La tapera de Elías Regules. El estilo me retrajo a un patio, que ha desaparecido, y la memoria de Alvaro Melián Lafinur, que hace tantos años ha muerto. Luego vinieron las palabras. Eran las de la décima del principio. La voz no era la de Álvaro, pero quería parecerse a la de Alvaro. La reconocí con horror.
Me le acerqué y le dije:
-Señor, ¿usted es oriental o argentino?
-Argentino, pero desde el catorce vivo en Ginebra -fue la contestación.
Hubo un silencio largo. Le pregunté:
-¿En el número diecisiete de Malagnou, frente a la iglesia rusa?
Me contestó que si.
-En tal caso -le dije resueltamente- usted se llama Jorge Luis Borges. Yo también soy Jorge Luis Borges. Estamos en 1969, en la ciudad de Cambridge.
-No -me respondió con mi propia voz un poco lejana.
Al cabo de un tiempo insistió:
-Yo estoy aquí en Ginebra, en un banco, a unos pasos del Ródano. Lo raro es que nos parecemos, pero usted es mucho mayor, con la cabeza gris.
Yo le contesté:
-Puedo probarte que no miento. Voy a decirte cosas que no puede saber un desconocido. En casa hay un mate de plata con un pie de serpientes, que trajo de Perú nuestro bisabuelo. También hay una palangana de plata, que pendía del arzón. En el armario de tu cuarto hay dos filas de libros. Los tres de volúmenes de Las mil y una noches de Lane, con grabados en acero y notas en cuerpo menor entre capítulo, el diccionario latino de Quicherat, la Germania de Tácito en latín y en la versión de Gordon, un Don Quijote de la casa Garnier, las Tablas de Sangre de Rivera Indarte, con la dedicatoria del autor, el Sartor Resartus de Carlyle, una biografía de Amiel y, escondido detrás de los demás, un libro en rústica sobre las costumbres sexuales de los pueblos balkánicos. No he olvidado tampoco un atardecer en un primer piso en la plaza Dubourg.
-Dufour -corrigió.
-Esta bien. Dufour. ¿Te basta con todo eso?
-No -respondió-. Esas pruebas no prueban nada. Si yo lo estoy soñando, es natural que sepa lo que yo sé. Su catálogo prolijo es del todo vano.
La objeción era justa. Le contesté:
-Si esta mañana y este encuentro son sueños, cada uno de los dos tiene que pensar que el soñador es él. Tal vez dejemos de soñar, tal vez no. Nuestra evidente obligación, mientras tanto, es aceptar el sueño, como hemos aceptado el universo y haber sido engendrados y mirar con los ojos y respirar.
-¿Y si el sueño durara? -dijo con ansiedad.
Para tranquilizarlo y tranquilizarme, fingí un aplomo que ciertamente no sentía. Le dije:
-Mi sueño ha durado ya setenta años. Al fin y al cabo, al recordarse, no hay persona que no se encuentre consigo misma. Es lo que nos está pasando ahora, salvo que somos dos. ¿No querés saber algo de mi pasado, que es el porvenir que te espera?
Asintió sin una palabra. Yo proseguí un poco perdido:
-Madre está sana y buena en su casa de Charcas y Maipú, en Buenos Aires, pero padre murió hace unos treinta años. Murió del corazón. Lo acabó una hemiplejía; la mano izquierda puesta sobre la mano derecha era como la mano de un niño sobre la mano de un gigante. Murió con impaciencia de morir, pero sin una queja. Nuestra abuela había muerto en la misma casa. Unos días antes del fin, nos llamo a todos y nos dijo: "Soy una mujer muy vieja, que está muriéndose muy despacio. Que nadie se alborote por una cosa tan común y corriente."Norah, tu hermana, se casó y tiene dos hijos. A propósito, ¿en casa como están?
-Bien. Padre siempre con sus bromas contra la fe. Anoche dijo que Jesús era como los gauchos, que no quieren comprometerse, y que por eso predicaba en parábolas.
Vaciló y me dijo:
-¿Y usted?
No sé la cifra de los libros que escribirás, pero sé que son demasiados. Escribirás poesías que te darán un agrado no compartido y cuentos de índole fantástica. Darás clases como tu padre y como tantos otros de nuestra sangre. Me agradó que nada me preguntara sobre el fracaso o éxito de los libros.
Cambié. Cambié de tono y proseguí:
-En lo que se refiere a la historia... Hubo otra guerra, casi entre los mismos antagonistas. Francia no tardó en capitular; Inglaterra y América libraron contra un dictador alemán, que se llamaba Hitler, la cíclica batalla de Waterllo. Buenos Aires, hacía mil novecientos cuarenta y seis, engendró otro Rosas, bastante parecido a nuestro pariente. El cincuenta y cinco, la provincia de Córdoba nos salvó, como antes Entre Ríos. Ahora, las cosas andan mal. Rusia está apoderándose del planeta; América, trabada por la superstición de la democracia, no se resuelve a ser un imperio. Cada día que pasa nuestro país es más provinciano. Más provinciano y más engreído, como si cerrara los ojos. No me sorprendería que la enseñanza del latín fuera reemplazada por la del guaraní.
Noté que apenas me prestaba atención. El miedo elemental de lo imposible y sin embargo cierto lo amilanaba. Yo, que no he sido padre, sentí por ese pobre muchacho, más íntimo que un hijo de mi carne, una oleada de amor. Vi que apretaba entre las manos un libro. Le pregunté qué era.
-Los poseídos o, según creo, Los demonios de Fyodor Dostoievski -me replicó no sin vanidad.
-Se me ha desdibujado. ¿Que tal es?
No bien lo dije, sentí que la pregunta era una blasfemia.
-El maestro ruso -dictaminó- ha penetrado más que nadie en los laberintos del alma eslava.
Esa tentativa retórica me pareció una prueba de que se había serenado.
Le pregunté qué otros volúmenes del maestro había recorrido.
Enumeró dos o tres, entre ellos El doble.
Le pregunté si al leerlos distinguía bien los personajes, como en el caso de Joseph Conrad, y si pensaba proseguir el examen de la obra completa.
-La verdad es que no -me respondió con cierta sorpresa.
Le pregunté qué estaba escribiendo y me dijo que preparaba un libro de versos que se titularía Los himnos rojos. También había pensado en Los ritmos rojos.
-¿Por qué no? -le dije-. Podés alegar buenos antecedentes. El verso azul de Rubén Darío y la canción gris de Verlaine.
Sin hacerme caso, me aclaró que su libro cantaría la fraternidad de todos lo hombres. El poeta de nuestro tiempo no puede dar la espalda a su época. Me quedé pensando y le pregunté si verdaderamente se sentía hermano de todos. Por ejemplo, de todos los empresarios de pompas fúnebres, de todos los carteros, de todos buzos, de todos los que viven en la acera de los números pares, de todos los afónicos, etcétera. Me dijo que su libro se refería a la gran masa de los oprimidos y parias.
-Tu masa de oprimidos y de parias -le contesté- no es más que una abstracción. Sólo los individuos existen, si es que existe alguien. El hombre de ayer no es el hombre de hoy sentencio algún griego. Nosotros dos, en este banco de Ginebra o de Cambridge, somos tal vez la prueba.
Salvo en las severas páginas de la Historia, los hechos memorables prescinden de frases memorables. Un hombre a punto de morir quiere acordarse de un grabado entrevisto en la infancia; los soldados que están por entrar en la batalla hablan del barro o del sargento. Nuestra situación era única y, francamente, no estábamos preparados. Hablamos, fatalmente, de letras; temo no haber dicho otras cosas que las que suelo decir a los periodistas. Mi alter ego creía en la invención o descubrimiento de metáforas nuevas; yo en las que corresponden a afinidades íntimas y notorias y que nuestra imaginación ya ha aceptado. La vejez de los hombres y el ocaso, los sueños y la vida, el correr del tiempo y del agua. Le expuse esta opinión, que expondría en un libro años después.
Casi no me escuchaba. De pronto dijo:
-Si usted ha sido yo, ¿cómo explicar que haya olvidado su encuentro con un señor de edad que en 1918 le dijo que él también era Borges?
No había pensado en esa dificultad. Le respondí sin convicción:
-Tal vez el hecho fue tan extraño que traté de olvidarlo.
Aventuró una tímida pregunta:
-¿Cómo anda su memoria?
Comprendí que para un muchacho que no había cumplido veinte años; un hombre de más de setenta era casi un muerto. Le contesté:
-Suele parecerse al olvido, pero todavía encuentra lo que le encargan.
Estudio anglosajón y no soy el último de la clase.
Nuestra conversación ya había durado demasiado para ser la de un sueño.
Una brusca idea se me ocurrió.
-Yo te puedo probar inmediatamente -le dije- que no estás soñando conmigo.
Oí bien este verso, que no has leído nunca, que yo recuerde.
Lentamente entoné la famosa línea:
L'byre - univers tordant son corps écaillé d'astres. Sentí su casi temeroso estupor. Lo repitió en voz baja, saboreando cada resplandeciente palabra.
-Es verdad -balbuceó-. Yo no podré nunca escribir una línea como ésa.
Hugo nos había unido.
Antes, él había repetido con fervor, ahora lo recuerdo, aquella breve pieza en que Walt Whitman rememora una compartida noche ante el mar, en que fue realmente feliz.
-Si Whitman la ha cantado -observé- es porque la deseaba y no sucedió. El poema gana si adivinamos que es la manifestación de un anhelo, no la historia de un hecho.
Se quedó mirándome.
-Usted no lo conoce -exclamó-. Whitman es capaz de mentir.
Medio siglo no pasa en vano. Bajo nuestra conversación de personas de miscelánea lectura y gustos diversos, comprendí que no podíamos entendernos.
Eramos demasiado distintos y demasiado parecidos. No podíamos engañarnos, lo cual hace difícil el dialogo. Cada uno de los dos era el remendo cricaturesco del otro. La situación era harto anormal para durar mucho más tiempo. Aconsejar o discutir era inútil, porque su inevitable destino era ser el que soy.
De pronto recordé una fantasía de Coleridge. Alguien sueña que cruza el paraíso y le dan como prueba una flor. Al despertarse, ahí está la flor. Se me ocurrió un artificio análogo.
-Oí -le dije-, ¿tenés algún dinero?
-Sí - me replicó-. Tengo unos veinte francos. Esta noche lo convidé a Simón Jichlinski en el Crocodile.
-Dile a Simón que ejercerá la medicina en Carouge, y que hará mucho bien... ahora, me das una de tus monedas.
Sacó tres escudos de plata y unas piezas menores. Sin comprender me ofreció uno de los primeros.
Yo le tendí uno de esos imprudentes billetes americanos que tienen muy diverso valor y el mismo tamaño. Lo examinó con avidez.
-No puede ser -gritó-. Lleva la fecha de mil novecientos sesenta y cuatro. (Meses después alguien me dijo que los billetes de banco no llevan fecha.)
-Todo esto es un milagro -alcanzó a decir- y lo milagroso da miedo. Quienes fueron testigos de la resurrección de Lázaro habrán quedado horrorizados. No hemos cambiado nada, pensé. Siempre las referencias librescas.
Hizo pedazos el billete y guardó la moneda.
Yo resolví tirarla al río. El arco del escudo de plata perdiéndose en el río de plata hubiera conferido a mi historia una imagen vívida, pero la suerte no lo quiso.
Respondí que lo sobrenatural, si ocurre dos veces, deja de ser aterrador. Le propuse que nos viéramos al día siguiente, en ese mismo banco que está en dos tiempos y en dos sitios.
Asintió en el acto y me dijo, sin mirar el reloj, que se le había hecho tarde. Los dos mentíamos y cada cual sabía que su interlocutor estaba mintiendo. Le dije que iban a venir a buscarme.
-¿A buscarlo? -me interrogó.
-Sí. Cuando alcances mi edad habrás perdido casi por completo la vista.
Verás el color amarillo y sombras y luces. No te preocupes. La ceguera gradual no es una cosa trágica. Es como un lento atardecer de verano. Nos despedimos sin habernos tocado. Al día siguiente no fui. EL otro tampoco habrá ido.
He cavilado mucho sobre este encuentro, que no he contado a nadie. Creo haber descubierto la clave. El encuentro fue real, pero el otro conversó conmigo en un sueño y fue así que pudo olvidarme; yo conversé con él en la vigilia y todavía me atormenta el encuentro.
El otro me soñó, pero no me soñó rigurosamente. Soñó, ahora lo entiendo, la imposible fecha en el dólar.

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Saludos
Leonel - AzoG v5.0

lunes, 19 de abril de 2010

Alguien



Poema que tomo prestado para la ocasion:

Jorge Luis Borges - Alguien:
Un hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.

Sabe que no debe mirarla de cerca,
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado,
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.

Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno.

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Saludos
Leonel - AzoG v5.0

domingo, 18 de abril de 2010

Dos Transcripciones... Detoxificando

Lau, mi querida Lau, una vez escribió ésto en sus notas de Facebook. Ocurrentemente, y por no poder dormir, me quedé leyendo notas de amigo/as en el fb, mientras escribia notas en éste blog. Y de casualidad me encontré con estas dos frases. Que TAN BIEN me vienen en el momento que vengo viviendo, y luchando.

Gracias Lau por ayudarme indirectamente y sin saberlo. Aunque te siga llamando LauRINA solo para molestarte xD. Espero que las cosas en tu vida vayan mejor que nunca!!!

Nota; El titulo de ésta nota, lo dejé tal cual el original de Lau en su fb.

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If there's a crisis, you don't freeze. You move forward. You get the rest of us to move forward. Because you've seen worse, you've survived worse.
And you know, we'll survive, too.
You say you're all... dark and twisty... but that's not a flaw, it's a strength. It makes you who you are.

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Trauma always leaves a scar. It follows us home, it changes our lives.
Trauma messes everybody up, but maybe that's the point. All the pain and the fear and the crap. Maybe... going through all of that, is what keeps us moving forward. It's what pushes us.
Maybe... we have to get a little messed up, before we can step up.

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Saludos
Leonel - AzoG v5.0